20 octubre 2005

Licenciatura en fútbol Licenciatura en fútbol


Hay que ver lo fácil que es hablar de fútbol. En el bar los paletas discuten el sistema de Rijkaard, tu barbero te afirma que Antonio López no hizo penalti y que Giuly es malísimo… Que el deporte rey esté en boca de todos no es nada nuevo, pues desde los años de Kubala el “sanedrín” callejero sobre fútbol era ya un hecho real y, sin duda, necesario. No cabe olvidar que el fútbol mueve sentimientos y es un importante elemento de interacción social. Sirve como ejemplo la pasión con la que se vive éste deporte en Argentina, donde su gente olvida por un rato sus males económicos para gritar Vamos Boca en su querida Bombonera. Que la gente respire fútbol, pues, no es nada negativo.
El problema surge cuando algunas voces analíticas aparecen en los influyentes mass media para darnos su “licenciada” opinión. Teóricamente un análisis lo lleva a cabo una persona especializada en un determinado tema. Así pues, sería impensable leer un artículo sobre el impacto de la entrada de Turquía en la UE escrito por Tomás Guasch. En cambio, y como se supone que de fútbol toda la sociedad es especialista, no nos extraña ver a Llongueras discutir sobre la profundidad de Belletti en una tertulia televisiva. Si este hecho ya es grave y denunciable, aún lo es más que las teles y radios prefieran la actuación de estos pseudoespecialistas a la de personas con “licencia para rajar” porque los primeros dan más audiencia. Pero si la cuota en pantalla sube, no es menos cierto que la calidad de los espacios futbolísticos disminuye cada día más y más.
La gravedad del asunto se ha incrementado aún más en la prensa de Madrid. La llegada de sus “galácticos” ha abierto la veda en la selva del corazón. Ronaldo aparece más en el Salsa Rosa que la Pantoja y Beckham es un cliché habitual de las portadas de revistas tipo Qué me dices. Aún me duelen los ojos del día que visualicé, atónito, como el Aquí hay tomate hablaba largo y tendido sobre el ridículo cosechado por el Real Madrid en Leverkusen. ¿Y quién sale perjudicado en todo este embrollo? Por un lado la audiencia interesada en el fútbol, a la que se le niega una visión especializada y didáctica. En segundo lugar los periodistas deportivos, que ven como la Carmele les pasa por encima para analizar los males de la defensa del Madrid. Y por último, y más preocupante si cabe, el propio fútbol. Es lamentable que todo el mundo sepa que Beckham tuvo un lío con su asistente personal pero que en cambio se desconozca que la pasada campaña su bagaje goleador -4 goles- fue su segundo peor registro desde que se dedica a esto del fútbol (el peor fue la anterior temporada con 3 goles). Eso sí: es guapo, mediático y acaba de rodar una película.
O los propios periodistas reconducimos la situación, o nuestro querido y apasionante deporte está en vías de desaparecer. “Fútbol es fútbol”, dijo Boskov en su día, y este maravilloso deporte jamás debería llenarse de falsos especialistas y, menos aún, teñirse de color de rosa. ¿Hablamos de fútbol?

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