28 noviembre 2006

Calcio descafeinado, con sacarina y leche desnatada

MÚSICA - Réquiem por un sueño

El Calcio italiano siempre se ha caracterizado por ser un fútbol duro, de fortaleza física y táctica enfermiza. Defensas sólidas, centrocampistas con el don de la posición y delanteros curtidos en mil batallas capaces de romper un partido con un único remate certero. Esta idiosincrasia, muchas veces odiada por los futboleros platónicos, se veía recompensada con una enorme competitividad entre los gigantes italianos que hacía del Scudetto el más preciado de todos los campeonatos caseros del mundo. Eran tiempos en los que Milan, Juventus e Inter, con alguna internada esporádica de Parma, Roma y Lazio, batallaban a lo largo de toda la temporada en busca de tan apreciado título. No es ninguna casualidad que en el país de la bota hayan jugado siempre los mejores jugadores de todo el planeta. Jugar en Italia era sinónimo de estar en la mejor liga del mundo, donde se pagaban los sueldos más elevados. Italia era la panacea del éxito, el fin de todo futbolista que deseara entrar en la historia del deporte rey. El Calcio era el Calcio, y luego ya venían España, Inglaterra y Alemania.

A día de hoy, toda la parafernalia que envolvía al glorioso Calcio se ha desmoronado como un castillo de naipes dejando ante sí una liga descafeinada y carente tanto de calidad como de emoción. Los grandes jugadores ya no tienen en su mente a Italia como la primera opción de futuro. En este sentido, todo empezó a cambiar, a mi humilde parecer, con la espantá de Zidane al Real Madrid. Hasta entonces, los gigantes italianos eran los que, o bien formaban a las estrellas de su campeonato y los mantenían en cartera –Van Basten, Del Piero, Shevchenko, Totti, Nedved-, o bien las “robaban” de los grandes clubes europeos a golpe de talonario –Ronaldo, Klinsmann, Matthäus-. La marcha del gran Zidane de la todopoderosa Juventus mostró al mundo que algo estaba cambiando en el fútbol continental. Italia, hasta aquel momento el país que más Copas de Europa había alzado y que más subcampeones había aportado, empezaba a sucumbir ante los euros del florentinato. Más aún, cuando 365 días después, otro de los grandes “italianos”, Ronaldo, abandonaba el Inter para recalar en la Casa Blanca. Por aquel entonces, el fútbol italiano ya no era lo que antaño había sido, los gallitos y coloristas Lazio y Parma -Parmalat y Cirio- habían caído estrepitosamente en un bache económico insuperable mientras el Inter seguía gastando millones de liras en jugadores sobrevalorados. Aún y así, el bipartidismo a cuchillo Milan-Juventus hacía que la emoción aguantara hasta el final. Y entonces llegó el Moggigate y los petrodólares de Abramovich para darle al Calcio la estocada final. El escándalo de la compra de partidos liquidó a la gran Juventus, que descendió de categoría. Algunas de sus estrellas permanecieron en la Serie A fichando por el Inter (Vieira, Ibrahimovic), otras decidieron quedarse en el equipo aun desapareciendo del primer plano mediático (Del Piero, Nedved, Buffon) o se vieron obligadas a ello (Trezeguet), y algunas se fugaron a España (Zambrotta, Thuram y Cannavaro). Además, el otro pez gordo, el Milan, perdió 8 puntos y a su gran estrella, Shevchenko, hipnotizado por las sucosas libras de Abramovich. El ruso, subido al dólar del petróleo, supera con creces el poder de los gigantes italianos, que ven como los grandes jugadores prefieren Londres a Milán o Turín. Sin el aliciente del expoderoso Scudetto y con más libras en la oferta que euros italianos, la desventaja en las negociaciones es evidente.

Con todo, hoy tenemos un Calcio sin la Juventus y con un Milan envejecido e irreconocible del que sólo se salva Kaká. La nueva triada de grandes la configuran un Palermo apreciado por su apuesta ofensiva pero demasiado pez todavía para hacer grandes cosas, una sorprendente Roma que ha visto resurgir a Totti y que ha reinventado el fútbol sin puntas pero que difícilmente disputaría la UEFA de estar en España, y el Inter, el único equipo “a la italiana” que queda, club plagado de jugadores mediáticos pero que no acaba de convencer a nadie y que se llevará el Scudetto simplemente porque es el menos malo de todos.

El Calcio, fútbol de la actual campeona del mundo, está en coma profundo. Sólo un nuevo Milan potente y competitivo y una Juventus con aires de grandeza pueden resucitarlo. De momento, en Turín ya hablan de Huntelaar y de Sneijder para su nuevo proyecto mientras en Milán sueñan con hacer de Ronaldinho el símbolo del siguiente Scudetto. Ideas no les faltan, pero el hecho de haber perdido el caché simbólico y económico de antaño, les puede pasar una factura impagable, al menos a corto plazo.

07 noviembre 2006

Reflexiones acerca de los premios FIFPro

La Federación Internacional de Futbolistas Profesionales (FIFPro) dio a conocer ayer los premios FIFPro World XI Award. Estos premios no disfrutan ni del caché mediático de los de la FIFA ni el del Balón de Oro (el hecho de no poder celebrar la gala por falta de patrocinadores es una prueba indiscutible), pero son, sin duda, los más verosímiles. No en vano, los eligen los cerca de 43.000 futbolistas profesionales de todo el planeta. No votan ni entrenadores ni periodistas, sino que son los propios futbolistas los que escogen a los mejores del año. Dicho esto, paso a analizar algunos de los premios FIFPro.

A nivel individual, Messi ha sido escogido como el Mejor Jugador Joven (ASPIRE FIFPro World Young Player’s Award) por encima de enormes talentos como Rooney, Podolski, Cesc o Cristiano Ronaldo. No hay duda de que el pulga completó una temporada 2006 exquisita adornada con la Champions League y la Liga. Quizá su año se vio empañado con la lesión que le hizo perderse el tramo final de la temporada (final de la Champions incluida) y con su suplencia en el Mundial de Alemania, pero no hay duda de que fue la sensación del 2006 balompédico. Otro azulgrana premiado es Samuel Eto’o, que en su caso recibe el FIFPro Merit por su contribución a nivel social y humanitaria engrandeciendo con ello al deporte rey. El tercer premio individual es el de Promesa más Popular que, por segundo año consecutivo, ha recaído en la figura de Cristiano Ronaldo. El Mejor Club de 2006 fue para el FC Barcelona (campeón de Liga y Champions y reconocido por todos como el equipo que mejor juego ha practicado). Por último, el FIFPro al Mejor Jugador del Mundo fue para Ronaldinho. Como nota curiosa destacar que, aunque la mayoría de países votaron al crack azulgrana, Zinedine Zidane le superó en votos en Brasil.

Ya para terminar, la FIFPro también ha dado a conocer el 11 tipo del año 2006 bajo el esquema 1-4-3-3 (uno de los menos empleados a la práctica pero siempre recurrente en los premios de este estilo). En la portería Buffon (campeón sobre el terreno de juego del Scudetto y campeón del Mundo con Italia). En defensa, Thuram (campeón del Scudetto y subcampeón del Mundo con Francia), Cannavaro (campeón del Scudetto con la Juventus y Campeón del Mundo con Italia, además de ser reconocido por todos menos por la FIFA como el mejor del Mundial de Alemania), Terry (extraordinario central inglés líder del Chelsea campeón de la Premier, aunque su nominación final estuvo muy igualada con Puyol y Nesta) y Zambrotta (mismo palmarés que Buffon y gran destacado en el Mundial de Alemania, sobre todo por su enorme partido contra Ucrania en los cuartos de final). En el centro del campo, dos milanistas (Pirlo y Kaká) y Zidane. Para mí, los centrocampistas son los más discutibles de todos. Kaká fue el mejor de una triste Brasil y completó una fantástica temporada, pero Pirlo y Zidane, que completaron un Mundial francamente espectacular, no dieron la talla en sus respectivos clubs durante la temporada. Es aquí donde yo echo en falta algún jugador como por ejemplo Deco (títulos con el Barça y notable Mundial), Lampard (Premier con el Chelsea y temporada excelente), Vieira, Makelele o Gattuso, pero como ya he dicho antes, los futbolistas saben mucho más que los periodistas, por lo que respeto su decisión al 100%. Por último, tridente de lujo en ataque: Eto’o, Ronaldinho y Henry. Sin duda, fueron los 3 mejores delanteros del 2006. Si Henry no se hubiera echado atrás en el último momento tras su pataleta pos final de París, éste sería precisamente el ataque del Barcelona 2007, con permiso de Messi, por supuesto.