21 enero 2013

El Sassuolo, milagro a tocateja*


El escudo del Sassuolo
Sassuolo es una ciudad de poco más de 40.000 habitantes, situada en el centro de la Emilia-Romagna, y famosa por sus baldosas de cerámica, de la que es una de las mayores productoras de todo el planeta. Aunque hace siglos que sus habitantes descubrieron el genuino subsuelo que la naturaleza les había otorgado, su explotación industrial no se produjo hasta después de la Segunda Guerra Mundial, un fenómeno que triplicó su población en muy poco tiempo. A sólo 16 kilómetros al noroeste de Sassuolo, se encuentran Módena -capital de la provincia con casi 200.000 habitantes- y sus viñedos, de los que surge el aceto balsámico con el que algunos destrozáis las ensaladas. Además, y pese a que se encentra más cerca de Sassuolo, Módena es famosa en el mundo por Maranello, donde se haya la fábrica de Ferrari. Por todo ello, Modena nunca ha tenido gran rivalidad con Sassuolo, dándole más importancia a las otras grandes ciudades de la región, Bolonia, Ferrara y Parma. Por extensión, esto también ocurre en el fútbol y en sus clásicos derbys, con el Módena, el Parma, la Reggiana, el Piacenza, el Bolonia y el Cesena como protagonistas, duelos como el de la Secchia (Módena-Reggiana), el de los Ducati (Módena-Parma), el de la Via Emilia (Módena-Reggiana)  o el de Emilia contre Romagna (Modena-Cesena) ¿Y el Sassuolo?

El delantero Gennaro Troianiello, celebrando un gol
Fundado en 1922 y apadrinado por el Lancaster Rovers, que al prestarle sus camisetas convirtió al club por siempre en neroverdi, el Sassuolo fue siempre un equipo de nivel regional, sin opciones de alcanzar la élite del fútbol italiano. Todo empezó a cambiar el verano de 1983, cuando el magante Giorgio Squinzi, presidente de Mapei (Materiales Auxiliares para la Construcción y la Industria), decidió apoyar al club de las baldosas. Esa misma temporada, el Sassuolo ascendería por primera vez en su historia a la serie C, una alegría que no tardaría en convertirse en un  coitus interruptus, ya que pocos años después Squinzi, un fanático del ciclismo, cambió de planes y creó el histórico equipo Mapei, que de la mano de ciclistas de la talla de Rominger, Escartín, Olano, Bugno o Cancellara fue considerado el mejor del mundo durante ocho años. Tras su desaparición, en 2002, y pese a rumorearse que Squinzi podría invertir en el Milan, el magnate volvió al viejo sueño de ver al Sassuolo jugando entre los grandes, hasta que en 2005 los neroverdi ascienden a la serie C-1, una leve alegría si se compara con lo que sucedería tres años después, cuando de la mano de Massimiliano Allegri -actual técnico del Milan- el equipo logra un billete para jugar en la serie B, en la que no tardaría en firmar mejores temporadas que el Módena. Aún y así, Squinzi y Carlo Rossi, su hombre fuerte en el club, querían más, hasta el punto de prometer colar al Sassuolo en la Liga de Campeones. Y tras dos intentos fallidos, en los que cayeron en la fase de ascenso contra históricos como el Torino y la Sampdoria, parece que esta, la tercera, va a ser la buena, ya que tras 22 jornadas el Sassuolo es el líder destacado de la clasificación, con ocho puntos de ventaja sobre el tercero, el Hellas Verona, y 18 por encima del Módena, que para colmo le cede el estadio, mientras que terminan las obras de remodelación del Enzo Ricci. De hecho, en la Emilia-Romagna ya sólo el Parma y el Bolonia le superan, ojos que miran recelosos al club milagro de la baldosa, como en su día lo fuera el Villarreal de Roig, un equipo hecho a tocateja, cierto, como tantos otros, pero que tras 90 años de vida en la sombra se haya a un paso de codearse con la Juve, el Milan y el Inter, y hasta que el suelo aguante.
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PD: Pese al parecido evidente entre el escudo del Sassuolo y el del Barça, este hecho es pura coincidencia, ya que la forma del blasón del club emiliano proviene de la heráldica italiana tradicional.

* Pagar a tocateja: Según la RAE, el origen de la expresión "pagar a tocateja" proviene de una moneda de oro de gran tamaño acuñada por Felipe III en el siglo XVII. Probablemente y debido al  gran tamaño que tenía cada moneda, no tardó en comenzar a ser conocida popularmente con el nombre de tejo’, que era la manera con la que se llamaba al pedazo pequeño de teja o piedra. Con el tiempo, de tejo se pasó a teja. Actualmente, significa pagar al contado.