11 octubre 2005

El Barça, la viuda negra del fútbol El Barça, la viuda negra del fútbol

Esta semana el Barça no ha jugado pero sí que ha perdido, y por goleada. El engañoso tema de las famosas rotaciones de Sevilla ha avanzado un escalón más y ha llevado a Deco a mostrar su cara más oscura. “Si no sirvo me voy”. Sus declaraciones han encogido el corazón del aficionado culé que vuelve a ver los fantasmas del pasado en forma de nueva espantá de sus ídolos.
Lo cierto es que desde la marcha de Sandro Rossell y de sus afines de la Nomenklatura culé algo no huele bien en el ambiente azulgrana. Aquel entorno unidireccional y unido del primer año del elefant blau ha petado en el peor momento y el club parece sumido otra vez camino de la desgracia. El Barça vuelve a demostrar al mundo que es un club grande con síndrome de pequeño capaz de lo mejor y de lo peor. Es imperdonable que, tras lograr conjuntar un elenco de estrellas que juegan bien, ganan y encandilan de nuevo tanto a la parroquia azulgrana como a la opinión pública mundial, todo se vaya al traste por culpa del famoso y asqueroso “entorno”. Es deleznable que desde el propio club se lancen filtraciones a la prensa que malhablen de sus estrellas, que digan que Ronaldinho sale o no de fiesta o que afirmen que Deco se queda fuera porque va a una fiesta de Ronaldo. Lo último que ha saltado a la luz pública es que poco antes de cerrarse el plazo de inscripciones para la Liga, Ronnie y Deco estuvieron a punto de marcharse juntos al Chelsea dejando al Barça con un palmo de narices (¡hay que ver lo malvados que son estos dos jugadores!, ¿verdad?). Ya es erróneo que la garganta profunda oficial del club hable, pero aún lo es más si lo que se dice es mentira. En todos los grandes clubes del mundo ha habido y hay estrellas que trasnochan y que no entrenan como deberían, pero la prensa debe protegerlos porque ellos son los que luego ganan los títulos, los que encandilan a la afición y los que, a la larga, hacen que un club sea grande.
Este es el mal endémico del Barça. Que a nadie le extrañe que tras el mundial Deco y Ronaldinho se marchen. Entonces la prensa dirá que son unos mercenarios que sólo sienten el color del dinero. Serán como Schuster, Maradona, Laudrup, Romario, Ronaldo o Figo. Todos ellos estrellas que vinieron a Barcelona a dar los mejores años de su fútbol y que se fueron por la puerta de atrás con la vitola de traidores. Curioso, ¿no? Más aún cuando vemos como los demás clubes sí logran mantener a sus estrellas en sus plantillas durante varios años. Valgan de ejemplo Giggs, Scholes, Shevchenko, Recoba, Henry, Nedved o Totti. Ya es hora de plantear otra hipótesis distinta a la establecida. Quizá los cracks que fabrica el propio Barça se vayan porque la idiosincrasia de este club es incompatible con ellos. Con Laporta parecía que las cosas iban a cambiar, pero el Barça del siglo XXI es el mismo, una viuda negra que asesina a aquello que más quiere y necesita y que se autoinmola cuando parece que el futuro pinta de lo más exitoso. Si este Barça no gana este año la Champions, no será por culpa de los petrodólares de Abramovich, si no que será penalti y expulsión del número 14, el dichoso entorno, con Cruyff de capitán y máximo estilete.

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