
El único hueco vacante en el frondoso museo del
Barça todavía deberá esperar. Si en
1992 fue el
Sao Paulo quien le negó la
Copa Intercontinental al
Dream Team, ayer, otro club brasileño, el
Internacional, repitió la historia y se adjudicó su primer
Mundial de Clubes. Y eso que parecía que esta vez sí era la buena. Pero las grandes expectativas generadas tras el recital ante el
América pronto se vieron truncadas. Y es que ayer el
Barça ya mostró desde un principio que no se sentía cómodo sobre el césped y acabó sucumbiendo ante el enredo táctico propuesto por un compacto
Internacional.

La derrota de ayer deja un sabor extraño que depende del prisma por el que se mire. Por un lado, si atendemos a la ilusión de alzar el único título que faltaba, la sensación es duramente amarga. Era la gran ocasión, el broche de oro a una temporada maravillosa. Y
batacazo. Pero por otro lado, esta
Copa lleva el sello inconfundible de la interesada
FIFA, que como siempre busca ganar el máximo dinero posible a costa de los demás. Ellos organizan, ponen las reglas y a chupar del bote lo máximo que se pueda. Y, en este sentido, me alegro que dejen de ganar mucho dinero por la derrota del
Barça, club que vende mucho más alzando la
Copa Intercontinental que el
Internacional de Porto Alegre. Ya les pasó algo parecido en el
Mundial de Alemania. La
FIFA prefería que
Italia no fuera campeona. Les gustaba más Brasil, Alemania o Francia. Y una vez errada su propuesta y con
Italia con la Copa, toca exprimir por otro lado. ¿Solución? Puede que sea el alud de trofeos individuales que está recibiendo
Cannavaro, la nueva imagen de la
FIFA bajo el lema “los defensas también pueden ser los mejores”. Y
Zidane segundo, y eso que completó la peor temporada de su maravillosa carrera. Sí, jugó
tres partidos del
Mundial a un altísimo nivel, pero su año fue horroso y terminó expulsado en la final por una agresión totalmente contraria al
Fair Play que la
FIFA intenta vender. Eso sí, uno de los
mejores defensas del mismo
Mundial y a su vez campeón y goleador en la final,
Materazzi, no estará esta noche en la gala de la
FIFA ni como invitado. Ya se sabe, para la
FIFA, quien la hace la paga, y
Materazzi les "chafó" su premio al mejor jugador del
Campeonato.

Y no quiero que se interprete esta crítica hacia la
FIFA como una pataleta tras la derrota del
Nissan Stadium. El
Internacional fue mejor y se proclamó campeón de forma totalmente merecida. Es más, no voy a salir diciendo, como algunos hacen, que el
Mundial de Clubes es un
Gamper invernal, para restarle relevancia al varapalo de ayer. Para mí, la
Copa Intercontinental es muy importante y la derrota del
Barça es un batacazo de altos vuelos. No hay excusas. Pero ya hace demasiado tiempo que la
FIFA se interesa más por el dinero que por el fútbol en sí. Y es que ¡por Dios!, si hasta las radios tuvieron que pagar una cuantiosa cantidad de euros para poder retransmitir el torneo. ¿Alguien se ha preguntado por qué se ha ampliado la
gama de participantes en el Mundialito? Los más románticos apuntan que es para democratizar el fútbol, pero lo cierto es que de este modo se juegan más partidos y, por consiguiente, los beneficios de patrocinadores y demás se multiplican. ¿Alguien se ha preguntado por qué se juega en
Japón? Al principio fue para implantar una sede imparcial de partidos de europeos contra sudamericanos. Luego, entró
Toyota y la Copa pasó a llamarse, oficialmente,
Copa Toyota (yenes por doquier). Ahora, y tras el fracaso estrepitoso de llevar el fútbol al lucrativo mercado norteamericano, la pasta está en
Japón. ¿Qué los equipos deben tirarse 13 horas dentro de un avión? Pues que se los peguen, pero ayer el
Nissan Stadium estaba lleno hasta arriba de japonenes futboleros. Y lo mismo ocurre con los
Mundiales de selecciones. El número de participantes aumenta cada vez más reduciendo con ello la calidad de los partidos. Cada año los jugadores disputan más partidos. Por qué será que cada vez hay más lesiones.

Se organizan jornadas de
partidos internacionales amistosos y hasta
Copas Confederaciones para multiplicar los ingresos. Mientras, los clubes siguen pagando las fichas de unos jugadores que se acaban lesionando al servicio de una
FIFA que no paga, sólo cobra. Lo mismo ocurre en la
UEFA, y ya se rumorea que el organismo europeo que rige el fútbol quiere ampliar la gama de participantes en las
Eurocopas de 16 a 32.
Luxemburgo, San Marino y las
Islas Feroe ya se frotan las manos. Mientras, a un jugador le secuestran al padre (
Jonatás) y la
UEFA veta a su club para que sus jugadores aparezcan con una camiseta de apoyo en un partido de la
UEFA Cup, no sea que la camiseta lleve alguna marca comercial que no haya pasado antes por caja.
Y lo más triste de todo es que nadie hace nada. Hubo un intento de
Super Liga Europea al estilo
NBA, pero las presiones de la
UEFA hacia los clubes implicados apaciguaron el temporal. La
FIFA y demás federaciones fueron válidas al principio. Hoy, se han montado en el dólar y parece que nadie les pueda toser. Algunos deberían aprender del
Charleroi.
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El dato: Con la de ayer, se han disputado
45 ediciones de la
Copa Intercontinental. 24 han sido alzadas por equipos
sudamericanos y
21 por
europeos.