MÚSICA - Réquiem por un sueño
El Calcio italiano siempre se ha caracterizado por ser un fútbol duro, de fortaleza física y táctica enfermiza. Defensas sólidas, centrocampistas con el don de la posición y delanteros curtidos en mil batallas capaces de romper un partido con un único remate certero. Esta idiosincrasia, muchas veces odiada por los futboleros platónicos, se veía recompensada con una enorme competitividad entre los gigantes italianos que hacía del Scudetto el más preciado de todos los campeonatos caseros del mundo. Eran tiempos en los que Milan, Juventus e Inter, con alguna internada esporádica de Parma, Roma y Lazio, batallaban a lo largo de toda la temporada en busca de tan apreciado título. No es ninguna casualidad que en el país de la bota hayan jugado siempre los mejores jugadores de todo el planeta. Jugar en Italia era sinónimo de estar en la mejor liga del mundo, donde se pagaban los sueldos más elevados. Italia era la panacea del éxito, el fin de todo futbolista que deseara entrar en la historia del deporte rey. El Calcio era el Calcio, y luego ya venían España, Inglaterra y Alemania.
A día de hoy, toda la parafernalia que envolvía al glorioso Calcio se ha desmoronado como un castillo de naipes dejando ante sí una liga descafeinada y carente tanto de calidad como de emoción. Los grandes jugadores ya no tienen en su mente a Italia como la primera opción de futuro. En este sentido, todo empezó a cambiar, a mi humilde parecer, con la espantá de Zidane al Real Madrid. Hasta entonces, los gigantes italianos eran los que, o bien formaban a las estrellas de su campeonato y los mantenían en cartera –Van Basten, Del Piero, Shevchenko, Totti, Nedved-, o bien las “robaban” de los grandes clubes europeos a golpe de talonario –Ronaldo, Klinsmann, Matthäus-. La marcha del gran Zidane de la todopoderosa Juventus mostró al mundo que algo estaba cambiando en el fútbol continental. Italia, hasta aquel momento el país que más Copas de Europa había alzado y que más subcampeones había aportado, empezaba a sucumbir ante los euros del florentinato. Más aún, cuando 365 días después, otro de los grandes “italianos”, Ronaldo, abandonaba el Inter para recalar en la Casa Blanca. Por aquel entonces, el fútbol italiano ya no era lo que antaño había sido, los gallitos y coloristas Lazio y Parma -Parmalat y Cirio- habían caído estrepitosamente en un bache económico insuperable mientras el Inter seguía gastando millones de liras en jugadores sobrevalorados. Aún y así, el bipartidismo a cuchillo Milan-Juventus hacía que la emoción aguantara hasta el final. Y entonces llegó el Moggigate y los petrodólares de Abramovich para darle al Calcio la estocada final. El escándalo de la compra de partidos liquidó a la gran Juventus, que descendió de categoría. Algunas de sus estrellas permanecieron en la Serie A fichando por el Inter (Vieira, Ibrahimovic), otras decidieron quedarse en el equipo aun desapareciendo del primer plano mediático (Del Piero, Nedved, Buffon) o se vieron obligadas a ello (Trezeguet), y algunas se fugaron a España (Zambrotta, Thuram y Cannavaro). Además, el otro pez gordo, el Milan, perdió 8 puntos y a su gran estrella, Shevchenko, hipnotizado por las sucosas libras de Abramovich. El ruso, subido al dólar del petróleo, supera con creces el poder de los gigantes italianos, que ven como los grandes jugadores prefieren Londres a Milán o Turín. Sin el aliciente del expoderoso Scudetto y con más libras en la oferta que euros italianos, la desventaja en las negociaciones es evidente.
Con todo, hoy tenemos un Calcio sin la Juventus y con un Milan envejecido e irreconocible del que sólo se salva Kaká. La nueva triada de grandes la configuran un Palermo apreciado por su apuesta ofensiva pero demasiado pez todavía para hacer grandes cosas, una sorprendente Roma que ha visto resurgir a Totti y que ha reinventado el fútbol sin puntas pero que difícilmente disputaría la UEFA de estar en España, y el Inter, el único equipo “a la italiana” que queda, club plagado de jugadores mediáticos pero que no acaba de convencer a nadie y que se llevará el Scudetto simplemente porque es el menos malo de todos.
El Calcio, fútbol de la actual campeona del mundo, está en coma profundo. Sólo un nuevo Milan potente y competitivo y una Juventus con aires de grandeza pueden resucitarlo. De momento, en Turín ya hablan de Huntelaar y de Sneijder para su nuevo proyecto mientras en Milán sueñan con hacer de Ronaldinho el símbolo del siguiente Scudetto. Ideas no les faltan, pero el hecho de haber perdido el caché simbólico y económico de antaño, les puede pasar una factura impagable, al menos a corto plazo.
5 comentarios:
Se positivo y piensa que si la Fiore o el palermo dan el salto que apuntan los ultimos años, todo se igualará mas.
Juve con caras nuevas, Milan obligado, Inter con su habitual plantilla...no pinta tan mal no?
No me gusta para nada el Calcio. Prefiero las Ligas Inglesa, Española u Holandesa. Este año de lo poco que he visto del Scudetto me ha agradado la Roma, que con Spalleti esta practicando un futbol vistoso.
Adorei o seu Blog, mas você esqueceu de mencionar o Futebol Brasileiro, se quizer depois visite este blog, também é um blog direcionado para o futebol ofinodabola.zip.net
Beijos
A mi la Fiore, pese a su situación es un equipo que creo tiene potencial.
El Calcio me sigue apasionando.
Saludos
genial papapcho estoy leyendo el articulo un 4 de abril del 2007 y es tanverdad lo que dijiste que asusta papa. te felicito
Publicar un comentario