En el pasado artículo afirmaba que el Barcelona debía ser ahora resultadista. Una vez el conjunto de Frank Rijkaard ha demostrado por activa y por pasiva ser el mejor equipo de toda Europa debe certificar esta condición alzando la Copa de Europa. Para ello debe empatar un partido en casa y vencer la finalísima de París (4 puntos --1+3, nunca 3+1-- en dos encuentros). Y para ello son innecesarios los taconazos, las rabonas y las jugadas de 17 pases al primer toque. Todo esto no significa que un equipo que quiere ser el mejor no deba practicar un juego bonito y atrayente para el aficionado. Así, el Barcelona, el Arsenal, el Milan, el Olympique de Lyon o el Werder Bremen han demostrado ser conjuntos que saben jugar al fútbol y dignos de ser situados entre los mejores del año. Estos equipos, cuando finalice la temporada, levantarán o no algún trofeo, pero sus aficionados no podrán decir que han pagado una entrada o un carnet de socio sin ver espectáculo.
Al otro lado de la balanza están los equipos que tienen al resultadismo como principal leit motive. Aquí encontramos, entre otras decenas de equipos, al Oporto de Mourinho, a la Grecia de Otto Rehhagel, al Valencia y Liverpool de Benítez, a la Juventus de Capello y al actual 'petroChelsea'. Como habréis comprobado, todos los citados comparten tanto el hecho de haber ganado títulos de renombre como el haber practicado un fútbol que ha aburrido hasta a las ovejas más marchosas. Algunos querréis salvar al Chelsea de Mourinho aludiendo a que los blues han jugado bien algunos partidos. No nos engañemos. Un equipo que gasta lo que gasta y que cuenta en sus filas con jugadores de la talla y la calidad de Lampard, Robben, Joe Cole o Drogba está obligado a mucho más que a ganar partidos por la mínima y con Terry de ariete en los momentos difíciles (ver 'paradigma del resultadismo').
Esta temporada, a pesar que tanto Chelsea como Juventus acabarán ganando sus respectivos campeonatos, los románticos del buen fútbol podemos sonreír. Por un lado, el superChelsky invencible acabará el año con más pena que gloria y con la sensación final de haber medio fracasado. Tras caer eliminados en octavos de final de la Champions ante un Barcelona que le bailó y le ganó en un estadio embarrizado a posta, los blues se alzarán con una Premier al final más sufrida de la cuenta y con la sensación de no haber sido tan dominadores como en invierno alardeaba Mourinho. Lo cierto es que tanto Manchester United como Arsenal despertaron muy tarde de un letargo extraño que permitió la escapada, al final irrevocable, de los blues. Lo que debería ser un título histórico (tercera Premier de toda su historia y segunda seguida) se ha convertido, al final, en un logro agridulce. Prueba de ello es la tercera megainversión que llevará a cabo Abramovich este verano con la intención de crear un Chelsea de leyenda. Jugadores no le van a faltar (de momento van Ballack y Shevchenko), pero quizá la filosofía del fútbol ofensivo y de altos quilates sí (no se deja de ser un equipo resultadista de la noche a la mañana). En segundo lugar, encontramos a la Juventus del siempre especulativo Capello que ahora sufre canínamente para certificar este Scudetto que parecía suyo desde el principio. A pesar de los constantes tropiezos del Milan y de las múltiples ayudas arbitrales que ha disfrutado durante toda la temporada, la Vecchia Signora sólo le saca tres puntos al conjunto de Berlusconi a falta de 3 jornadas. Con el calendario en mano está claro que el título no se le va a escapar, pero, al igual que al aficionado blue, el sabor final que le quedará al tifosi bianconero no es del todo dulce. En Champions, la Juventus fue vapuleada por el juvenil y alegre Arsenal de Wénger en el ya añorado Highbury demostrando además ser incapaz de atacar en la vuelta. Supongo que los 'mandamientos' de Capello se lo prohibían. La Juventus es un equipo que, históricamente, ha practicado un juego aburrido y tostón que jamás llenó ni llenará Delle Alpi. Si a esta filosofía de club le añadimos a Capello estamos juntando el hambre con las ganas de comer. Además, en Torino se espera un verano de lo más movidito. Los grandes pilares bianconeros están envejeciendo y la renovación de la plantilla parece ya inevitable. Jugadores como Thuram, Cannavaro, Emerson, Del Piero, Nedved, Vieira o Trezeguet están llegando ya al final de sus respectivas carreras y los nuevos buques insignias no acaban de convencer. Camoranesi ha tenido esta temporada muchos problemas con Capello y, tras su autoexpulsión de Highbury, parece estar más fuera que dentro de la Juventus. El segundo futuro líder, Ibrahimovich, está siendo muy criticado por su falta de gol y también podría hacer las maletas en busca de algún club que sepa anteponer su enorme calidad técnica a su falta de instinto asesino.
Por todo ello, podemos afirmar que esta temporada, y en contra de lo que históricamente suele suceder, el buen fútbol se ha impuesto al resultadismo. Así, equipos como el Barcelona o el Lyon han plasmado su jogo bonito en forma de Liga. Además, en la Champions League quedan vivos 4 equipos que prefieren una rabona a un gol de rebote y que, en algún momento, han vengando a los de su especie frente al bloque resultadista. De este modo, el Arsenal bailó a la Juventus, el Barcelona hizo lo propio con el Chelsea, el Villarreal pasó por encima del especulativo juego del Inter y el Milan se cargó al rocoso Bayern de Munich con un espectacular 4 a 1. Además, tras la injusta eliminación del vistoso Olympique de Lyon en manos de un Milan en aquella eliminatoria vestido de resultadista, el equipo de Ancelotti sucumbió en su propio estadio ante la magia de Ronaldinho e Iniesta.
Como cada año, muchos son los goles, jugadas, equipos y jugadores que entrarán en el anuario de la temporada 2005-06. Y como siempre saltará alguna sorpresa. Una de ellas, la victoria del jogo bonito en el apartado 'buen fútbol versus resultadismo'. La siguiente 'batalla' de este parámetro la viviremos en el próximo Mundial. Del lado del jogo bonito estarán Brasil y Holanda que deberán enfrentarse a las Italias y Alemanias amantes del 1 a 0. ¿Quién ganará? Si sigue la dinámica de esta temporada la canarinha debe alzarse con el trofeo sin bajarse del autobús.
El paradigma del resultadismo
El hecho de jugar mal y ganar proviene del síndrome de sentirse inferior. Los que hemos jugado a fútbol lo sabemos. El día que jugabas contra el líder que metía un mínimo de 7 goles por partido te encerrabas atrás y buscabas el gol salvador en el único córner que tendrías. Aquél día sufrías, corrías como un gallo sin cabeza y no disfrutabas para nada del fútbol. Pero al final, si sólo perdías 2 a 0, te sentías feliz. Además, si el más alto del equipo marcaba el gol soñado en ese único córner habías logrado la machada y la euforia se desataba en el vestuario. La semana siguiente, aunque jugarás contra el último, ya te valía el 1 a 0. Eran 3 puntos más. No debías esforzarte en crear fútbol ni en buscar los huecos en la defensa rival. Sólo debías correr detrás de la pelota y buscar el pelotazo para que en algún despiste rival tu delantero marcara gol. A la larga, esa pelota del sentirse inferior te había situado líder de la tabla. Ya no sabías tocar la pelota al primer toque y el bueno del equipo sólo era un chupón filigranero que el entrenador dejaba en el banquillo. Tú, que corrías detrás de la pelota como un poseso y que dabas el pase del gol de la victoria desde 60 metros sí que eras bueno. Pero un día el remate de ese córner salvador se iba al palo y perdías 0 a 1 por “un error de concentración”. A la siguiente semana te pones por detrás en el marcador y eres incapaz de remontar simplemente porque no sabes ni por donde empezar a atacar. Al final pierdes por 3 a 0. Pasan dos meses y ni ganas ni juegas a nada. Te das cuenta de que no eres tan bueno y te vuelves a sentir inferior. Este es el “paradigma del resultadismo”. El problema es que muchas veces acaba en éxito y no en fracaso.
3 comentarios:
Viva el buen fútbol
vaya, aquí tenemos a otro Miguelez
Pues yo estoy de acuerdo en parte con lo que dices. Para mí, lo más importante es sacar el máximo rendimiento al equipo, y a partir de los jugadores de que se dispone definir un estilo adecuado en el campo.
Claro que nos gusta mucho ver al Barça o al Milan o al Lyon, pero hay que reconocer que lo de la Grecia de Rehhagel tuvo un mérito enorme (fue un espectáculo, distinto eso sí, ver ese sistema defensivo de marcajes al hombre con un líbero, como antaño). Y a mí, por ejemplo, me pareció un espectáculo enorme el juego del Chelsea el año pasado anteel Barça en Londres: cómo recorrer 60 metros del campo en tres o cuatro toques, robo, apertura a banda, centro y remate.
Un saludo, amigo!
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