El fin de semana pasado todos los telediarios cerraron con la misma noticia: el concierto de los Rolling Stones en la playa de Copacabana. Dijeron las crónicas que había sido el concierto de rock más multitudinario de la historia con la presencia de un millón y medio de personas disfrutando de los reyes del rock sobre la arena de la playa más famosa de Brasil. Ayer, se celebró otro concierto que pasará a la historia. Otra actuación estelar, multitudinaria y celebrada sobre otra playa, esta vez la más famosa de Londres, la de Stamford. Eso sí, sobre el escenario no estaban los viejos rockeros de defensa dura y patadón al contragolpe, ayer tocó REM (Ronaldinho, Eto'o, Messi), un grupo más rítmico, que alterna temas pausados y armónicos con solos de guitarra veloces y atrevidos.
Ayer REM mostró que con buena música se puede ganar el Gramy, premio que últimamente siempre recaía para los grupos con poco arte, de música aburrida, tosca y electrónica. Esa música del 'top manta' que se vende como churros pero que a los grandes catadores nos aburre, ayer sucumbió, gracias. Desde aquí pido que quitemos del estante de la memoria la música que tocó Grecia en Portugal, los temas de aquél Oporto de Mou, Maniche y Costinha y el Reggaton de este Chelsea que prefiere desafinar con barro las guitarras Gibson a crear una lucha de grandes solistas. Ayer era un día para escuchar a Hendrix, a Eric Clapton, a Angus Young y a Yngwie Malmsteen pero el Chelsea se empeñó en pincharnos música de baja calidad el día del gran concierto. Y esa búsqueda del Gramy fácil le salió a la 'Mou records' por la culata ante el gran concierto que desarrollaron REM y sus secuaces. Ayer Losing my religion ensordeció a los feligreses de Mourinho, canción que jamás cantará el productor luso. Su orgullo se lo impide, su música es otra.
Ayer fue un gran día para los amantes de la música, pero todavía quedan seis conciertos para entonar el We are the Champions en París. Sólo pensarlo se me ponen los pelos de punta. Este Barça se merece el Gramy continental de las grandes orejas. Esperemos que el injusto mundo del fútbol se comporte con este grupo que genera arte en pleno siglo XXI. Si es así que abran el Louvre y que sitúen al lado de la Mona Lisa la sonrisa algre de Ronaldinho, un mechón de la cabellera de Puyol, la coleta de Márquez, la camiseta sudada con sangre de Eto'o, las botas del incombustible Deco y el trozo de malla que ayer Del Horno desgarró de la pierna de Messi. Qué noche la de aquél día, la noche en la que REM actuó en la playa de Stamford. Una noche de música de culto.
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