22 noviembre 2005
¡Qué noche la de aquel día! ¡Qué noche la de aquel día!
Hay imágenes, goles, jugadas que quedan en la retina para toda la vida. Todo aficionado al fútbol recuerda un partido que le hizo llorar, un gol que le hizo temblar el corazón y un jugador que le despertó en la mente esa palabra tan poco usada como es la admiración. El pasado sábado 19 de noviembre quedará para siempre en la mente de muchos aficionados al fútbol. Y digo aficionados al fútbol y no sólo aficionados del Barça. Yo, culé confeso, todavía recuerdo con asombro el golazo que Zidane le hizo al Leverkusen de Ballack, Ze Roberto, Basturk y Lucio en Glasgow. Al igual que yo, muchos madridistas recordarán el partido del sábado como uno de los días en el que el FUTBOL logró la victoria. Y por eso el aplauso, para premiar al fútbol que tumbó a los ex galácticos. La imagen del socio del bigote con la bufanda merengue en su cuello –famoso ya- aplaudiendo el rotundo rapapolvo que su equipo estaba sufriendo era la imagen del socio que le decía Al Ser Superior: “mira Floren, esto es lo que nosotros queremos ver cada domingo en Chamartín”.
Hoy, dos días después de la borrachera de fútbol del bueno del sábado, la gente se queda con Ronaldinho, que con sus dos goles ha desmembrado de cuajo todas las voces críticas que decían que Lampard merecía en mayor medida el balón de oro que él. Yo me quedo con todos, sin excepción. Me quedo con el partidazo de Márquez, con la gran presencia de Edmilson (tan criticado por su lentitud), con el coraje de Puyol, con el trabajo sucio de Deco, con la visión de juego de Xavi, con el punch de Eto’o y con el desparpajo de Messi. Me quedo con el juego colectivo a una velocidad endiablada, con el gusto de jugar al pie y hacer jogo bonito cuando tocaba disfrutar y de correr y de encerrar al rival cuando tocaba trabajar, me quedo con el Bernabéu en pie aplaudiendo la evidente superioridad del eterno rival mientras Florentino maldecía a Ronaldo y a Zidane por no evitar lo inevitable. Me quedo con todo. Bueno, me quedo con todo menos con los dos imbéciles que saltaron al campo en busca de protagonismo (estuvo tanto el maestro Mark Roberts como el pequeño padowan que se hace llamar Jimmy Jump), la lamentable e infortuna lesión de Raúl y la imagen de un rabioso Roberto Carlos mostrando la impotencia en estado puro al derribar estúpidamente a Eto’o en un claro penalti que Iturralde no vio.
El sábado 19 de noviembre es una fecha que ningún futbolero debe olvidar. Aquél día se vio un partido de fútbol estelar de un equipo que si no gana la Liga es porque todos nos hemos vuelto locos. ¡Qué noche la de aquel día!
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