Hace pocos días, entre Cristianos Ronaldos, Ronaldinhos y Diegos se coló en los breves de los diarios deportivos una noticia: la Liga belga de fútbol, conocida por su sponsor como la Jupiler League, cambiará de formato a partir de la temporada 2009-2010. De 18 clubes pasará a tener sólo 16. Además, al final de la temporada regular, los 6 primeros se medirán en otra fase que determinará el campeón y los conjuntos que accederán a las competiciones europeas. Esta medida es parecida a la adoptada en 2006 por la Eredivisie, aunque en Holanda el campeón es el primero de la fase regular y los 12 restantes se juegan los billetes europeos en la segunda fase.
Estos cambios buscan hacer más atractivos campeonatos que en los últimos tiempos han perdido glamour enfrente las grandes Ligas, que se reparten los mejores jugadores, contratos, audiencias y títulos continentales. Lo cierto es que en la Europa balompédica de alto nivel no hay vida más allá de Inglaterra, España, Alemania e Italia (con permiso de algún Lyon, PSV o Oporto de turno). Así lo indica la clasificación de la IFFHS, liderada, a nivel europeo, por Inglaterra (1ª - 1.171 puntos), España (2ª - 1.074 puntos), Italia (3ª – 1.027 puntos) y Alemania (6ª – 836 puntos). Muy atrás quedan Holanda (17ª – 554 puntos) y Bélgica (19ª – 531,5 puntos). No he podido encontrar datos anteriores a 1991, en los que seguro que la cosa todavía sería más clarificante, pero aún y así se observa la tendencia. En 1991, la liga holandesa era la 6ª mejor del mundo, mientras la belga era 9ª. En 1992, Holanda era 3ª y Bélgica 4ª, ambas por encima de Francia, Argentina, Alemania, Portugal e Inglaterra. Esta tendencia de ser Ligas de luchar por las plazas de UEFA en la clasificación de la IFFHS se fue más o menos manteniendo hasta 1996, momento en el que empiezan a ocupar posiciones insultantes, de descenso de categoría. Hasta hoy. Muy atrás quedan ya aquellos años en los que los equipos belgas se hacían notar en Europa. Aquel mítico y potente Anderlecht campeón de la Recopa en 1975-76 y 1977-78, campeón de la UEFA en 1982-83, campeón de la Supercopa de Europa en 1975-76 y 1977-78, subcampeón de la Recopa en 1976-77 y 1989-90 y subcampeón de la UEFA en 1969-70 y 1983-84. El Brujas, finalista de la UEFA en 1975-76 y de la Copa de Europa la 1977-78, ambas perdidas ante el Liverpool. O el Standard de Lieja de Preud’homme, finalista de la Recopa en 1982, perdida frente al Barcelona.
El motivo de esta concentración de poder es obvio. Money, money. Los clubes pasan de ser controlados por empresarios locales con dinero a grandes magnates internacionales con muchísimo dinero. Es una inversión, e invertir en Holanda o Bélgica, mercados con poca repercusión, poca competitividad y público potencial bajo, genera pérdidas. Lo curioso es que esta explosión surge a partir de la temporada 1996-97 “por culpa”, precisamente, de un belga, el ya mítico Jean-Marc Bosman, futbolista de escaso nivel que cambió los quehaceres del deporte rey.
Está claro que el cambio del formato de la liga belga no hará que el Anderlecht gane otra vez la UEFA. Es más, de puertas hacia fuera todo seguirá igual. Es más, al 99% del público no belga se la resbala la Jupiler League. Lo que buscan los dirigentes es que su liga no pierda esplendor para sus aficionados. Y es que los datos de audiencia del fútbol belga han caído en picado en los últimos años, y sin audiencias no hay patrocinadores que aguanten en pie el pastel. De momento, el Standard de Lieja, 25 años después de su último título liguero, mantiene semana a semana su liderato, siendo junto al Estrella Roja y al CSKA de Sofía, el único equipo europeo invicto hasta la fecha.
El motivo de esta concentración de poder es obvio. Money, money. Los clubes pasan de ser controlados por empresarios locales con dinero a grandes magnates internacionales con muchísimo dinero. Es una inversión, e invertir en Holanda o Bélgica, mercados con poca repercusión, poca competitividad y público potencial bajo, genera pérdidas. Lo curioso es que esta explosión surge a partir de la temporada 1996-97 “por culpa”, precisamente, de un belga, el ya mítico Jean-Marc Bosman, futbolista de escaso nivel que cambió los quehaceres del deporte rey.
Está claro que el cambio del formato de la liga belga no hará que el Anderlecht gane otra vez la UEFA. Es más, de puertas hacia fuera todo seguirá igual. Es más, al 99% del público no belga se la resbala la Jupiler League. Lo que buscan los dirigentes es que su liga no pierda esplendor para sus aficionados. Y es que los datos de audiencia del fútbol belga han caído en picado en los últimos años, y sin audiencias no hay patrocinadores que aguanten en pie el pastel. De momento, el Standard de Lieja, 25 años después de su último título liguero, mantiene semana a semana su liderato, siendo junto al Estrella Roja y al CSKA de Sofía, el único equipo europeo invicto hasta la fecha.