01 febrero 2013

Por un puñado de votos




Enero de 1986. El histórico AC Milan agoniza. Tras el escándalo del Totonero -que lo mandó a la Serie B- y un nuevo descenso dos años después, la entidad está a punto de desaparecer. Gianni Nardi y Giuseppe Farina, máximos accionistas del club, y enfrentados por deudas entre las empresas de ambos, deciden ponerlo a la venta, un ofrecimiento al que responden dos personas: Dino Armani, que pone sobre la mesa 42 millones de euros, y Silvio Berlusconi, que ofrece 15. Finalmente, el 12 de febrero Nardi comunica oficialmente que el club pasa a manos de la segunda propuesta, argumentando que Armani no da garantías suficientes, una decisión que no contaba con el beneplácito de Farina. Sin saberlo, con esta decisión Nardi no sólo había cambiado el devenir de la historia de la entidad rossonera y del fútbol europeo, sinó también la de Italia, al menos en parte. Porque por aquel entonces, y pese a estar ya filtreando con la política, Silvio Berlusconi era básicamente un empresario de la televisión privada que estaba poniendo los cimientos del imperio Mediaset. El AC Milan le daría el toque definitivo, la fama necesaria para convencer al pueblo que estaban ante un auténtico as de las finanzas. Y es que en sólo ocho temporadas aquel club decrépito pasó a gobernar Europa, primero de la mano de Arrigo Sacchi, de los holandeses y de su fútbol total, y después con Fabio Capello y el músculo como forma de vida, dos equipos de estilos distintos que añadieron al museo rossonero 3 Copas de Europa, 2 Intercontinentales, 4 Ligas, 4 Supercopas de Europa y 4 Supercopas de Italia, éxitos que se unieron a la eclosión del imperio televisivo de Berlusconi y a la formación del partido Forza Italia, con la que il Cavaliere cataría por primera vez el poder.


Tras el fin de la Era Capello, el Milan volvió a un segundo plano. Jugadores mediocres, equipos desalmados y gloria para la Juventus, la Lazio y el Parma, una crisis que finalizaría, curiosamente, el año 2001, el mismo en el que Berlusconi se convertiría en el primer ministro de Italia. Causa, efecto. Porque siempre que Don Silvio necesita votos, invierte en el Milan, y de aquella simbiosis surgieron Kaká, Shevchenko, Pirlo, Inzaghi y lo que hiciera falta, para volver a alzar por dos veces la copa de las grandes orejas. El hombre exitoso en todos los ámbitos de la vida lo había vuelto a lograr. Hasta que explotaron los escándalos, uno detrás del otro. Un desmaquillaje integral que, obviamente, fue unido a la dejadez absoluta del equipo de fútbol, que una a una pierde a todas sus estrellas hasta convertirse en el desastre actual, argumentado por Adriano Galliani, el hombre fuerte de Berlusconi, por una falta total de liquidez que incluso les obliga a mendigar cesiones por toda Europa y a desprenderse de sus dos únicas figuras: Ibrahimovic y Thiago Silva. Sin dinero, supuestamente, con una plantilla de nivel medio, con el equipo deambulando por la zona de nadie y con los tifosi en pie de guerra, el lunes el Milan anunció el fichaje de Mario Balotelli, por el que han pagado 20 millones de euros al Manchester City, una incoporación de dudoso éxito por varios motivos, pero que hizo que la afición saliera a la calle como si se hubiese ganado la Champions. Nadie duda que Super Mario es uno de los mejores delanteros del fútbol internacional, como tampoco que en Milán seguirá augmentado su historial interminable de polémicas. ¿Necesitaba el equipo su fichaje? No, lo necesitaba Berlusconi, que hace sólo una semana anunció que había decidido volver a la política en un acto de "responsabilidad". Y sin dinero suficiente para hacerse con Messi, Iniesta, Cristiano Ronaldo o Rooney, las dos opciones más populistas que le quedaban eran Kaká y Balotelli. El primero, que estuvo a un paso de llegar, porque pese a fracasar en Madrid sigue siendo un ídolo en Milán. Y el segundo, además de por su calidad contrastada, porque siendo la gran promesa del Inter no dudó en posar con la camiseta rossonera y jurarle amor eterno. Obviamente, este movimiento no va a llevar al Milan a la cumbre, pero quien sabe si es la primera piedra para que Berlusconi vuelva a gobernar Italia.




Algunas de las perlas de Balotelli:

- "El árbitro vió mi cuerpo y tuvo envidia. Por eso me amonestó" [Por la amarilla que vio por quitarse la camiseta tras marcar en las semifinales de la Eurocopa contra Alemania]

- "Solo hay un futbolista que es un poco mejor que yo, Messi" [Tras ganar el Golden Boy del 2010]

- "Si alguien me lanza un plátano en la calle o sobre un terreno de juego iré a la cárcel, porque lo mataré" [Al ser preguntado sobre el racismo en el fútbol]

- "Me aburría" [Después de hacerse público que había estado lanzando dardos a los juveniles del Manchester City]

- "Porque soy rico" [Tras ser interrogado por la policia inglesa con 25.000 libras en el bolsillo]  


-   "Los inicios de Balotelli" [reportaje de Fiebre Maldini]  

1ª parte


    


2ª parte